martes, 1 de septiembre de 2009

EL RIESGO
El objeto de la actitud que aquí preocupa es, fundamentalmente, el riesgo. El riesgo es un concepto formado por varias dimensiones, a las que cada individuo da mayor o menor importancia, en función de sus esquemas mentales (actitudes) y del contexto laboral concreto.
Los análisis técnicos de riesgos se suelen centrar en una sola dimensión: el daño físico-biológico. En ocasiones, algunos de estos análisis incluyen también una segunda dimensión: las pérdidas económicas. Sin embargo, existen otras dimensiones del riesgo que habitualmente no son contempladas pero que tienen una gran importancia de cara a la configuración de los comportamientos de los trabajadores. (Cuadro 2). Estas otras dimensiones son difíciles de enumerar, ya que dependen de cada caso concreto, pero de manera general se pueden citar:
• Las pérdidas psicológicas: tales como temores, miedos, percepción subjetiva de las consecuencias, disminución de capacidades, desequilibrios emocionales, etc.
• Las pérdidas sociales: como la percepción social de desigualdades o injusticias, voluntariedad o no de la exposición, credibilidad de las instituciones que lo gestionan, etc.
• Los significados culturales del riesgo (qué supone un riesgo y qué no, para un grupo social).
Cuadro 2: Dimensiones del riesgo


El riesgo no es una sola magnitud, sino que cada una de estas dimensiones supone unas consecuencias (pérdidas) distintas difícilmente conmensurables y agregables entre sí. En el ámbito laboral la importancia de cada una de estas dimensiones está determinada fundamentalmente por las actitudes de los trabajadores y por el clima organizacional. Los comportamientos que tendrán lugar en el puesto de trabajo serán el resultado de la ecuación formada por dichos factores.
Por definición ontológica el ser humano elude el daño, las pérdidas. Que los trabajadores desarrollen comportamientos contrarios a la seguridad es motivo suficiente para sospechar que existe una mala correlación, bien entre sus actitudes y los presupuestos del análisis de riesgos que ha propiciado los procedimientos de seguridad, o bien entre sus actitudes y las de otros agentes sociales de la empresa. 0 bien ambas cosas a la vez.
El estudio del proceso y las causas de la aparición de actitudes y de comportamientos contrarios a la seguridad, representa una actividad analítica para cuya realización conviene disponer de un método o de un proceso establecido que defina, o al menos oriente, qué tareas hay que realizar y en qué orden.
A continuación se propone una guía de actuación basada en las fases tradicionales del análisis y gestión de riesgos.
Identificar actos seguros
En primer lugar se deberá comprobar la existencia de presuntos comportamientos arriesgados (o actos inseguros) en los trabajadores en la empresa. Normalmente estos comportamientos constituirán violaciones manifiestas de los procedimientos de trabajo seguros. Para ello se puede utilizar la técnica de las observaciones planeadas. La Observación del trabajo es una técnica, complementaria a la inspección de seguridad, que sirve para comprobar si el trabajo se realiza de forma segura y de acuerdo a lo establecido. Para una mayor efectividad, es imprescindible que las observaciones del trabajo formen parte del sistema de gestión de los puestos de trabajo, y para ello han de ser debidamente planeadas, organizadas y evaluadas. Se trata de una técnica muy sistemática y desarrollada, y fácilmente aplicable.
Consciencia del riesgo
En segundo lugar, se habrá de averiguar si dichos comportamientos arriesgados se adoptan de manera consciente o inconsciente. Lo más probable es que aparezcan comportamientos de los dos tipos, en cuyo caso habrá que distinguir cuáles tienen lugar de una manera o de otra.
Si se cometen actos inseguros de manera inconsciente significa que la apreciación de riesgos que espontáneamente efectúa el trabajador no coincide con el que ha hecho la empresa. Es decir, no percibe la realidad en el mismo sentido en que la han determinado los criterios científico-técnicos de la empresa. En este caso se trata de una cuestión que hunde sus raíces en la configuración de la visión del mundo que tiene el trabajador, es decir, se trata de un problema de actitudes, centrado básicamente en sus aspectos cognitivos.
En cambio, hacerlo de manera consciente significa que el trabajador percibe e interpreta los peligros y el riesgo en el mismo sentido que lo han hecho los análisis técnicos de la empresa, pero que, a pesar de ello, decide no hacer uso de los medios preventivos que se le han propuesto. En este caso se trata básicamente de un problema de comportamientos que tiene su base en el sistema de relaciones sociales de la empresa y en los aspectos afectivos de las actitudes.
Evaluación científico técnica y evaluación del trabajador
Para saber si el trabajador es consciente o inconsciente de los riesgos que corre habrá que analizar el proceso de Evaluación de Riesgos que ha realizado la empresa y compararlo con la evaluación que hace el trabajador. En el caso de que éste ya sea consciente de los riesgos que corre, pero aún así continúe adoptando actos inseguros, habrá que pasar a analizar el proceso de Establecimiento de las Medidas y Procedimientos de Prevención.

Detectores Ionicos Vs Detectores Fotoelectricos

Los Detectores de Humo Fotoeléctricos (No Radioactivos)
Una Alternativa Más Segura y Mejor
(Por Ing. Felipe Argüello, GE Interlogix Inc)
La mayoría de las personas asumen que su hogar, comercio o industria están libres de materiales radioactivos; sin embargo si chequean la parte de atrás de sus detectores de humo por Ionización conseguirán una línea impresa que dice: “Americium-241 ó AM-241, que es un material radioactivo y de acuerdo con una creciente opinión científica constituye un potencial peligro biológico.


Este material radioactivo, el cual está contenido entre dos finas capas de oro y plata en la cámara de detección, puede ser descargado en el ambiente si el detector es saboteado, dañado por el fuego, aplastado para ser desechado ó si es incinerado. A pesar que la cantidad de Americio-241 contenido en cada sensor se considera “pequeña” (en el rango de 1 a 5 micro curies) esta es más que suficiente para causar cáncer si es inhalada o digerida.


Estudios y reportes como “El Efecto Petkau” advierten sobre los efectos nocivos de la exposición continua a bajas dosis de radiación. La continua exposición a bajos niveles de radiación nuclear también causa disturbio de las funciones de energía de vida en un área mayor de lo que la clásica teoría de la radiación predica del “Efecto Uranio” descubierto por el Dr. Wilhelm Reich e independientemente observado por otros científicos (Léase las Escrituras Seleccionadas de Reich)


Muchas personas son sensitivas, o alérgicas a estos bajos niveles de radiación nuclear, o al Uranio, y han reportado la contaminación y baja calidad del aire en habitaciones donde los detectores de humo iónicos están localizados.


La acumulación de detectores de humo por ionización para almacenaje en los centros de fabricación y distribución, para su simple transporte, o para su reciclaje es otro grave problema que enfrentan los fabricantes ya que se requiere el uso de cámaras o cuartos de plomo sometidos a regulaciones cada día más estrictas con el fin de disponer el material radioactivo no biodegradable.


Además cabe preguntarse ¿cuantos detectores iónicos se han instalado desde 1942, año en el cual fueron inventados?, ¿Cuántos de ellos son devueltos a las fábricas de origen para ser dispuestos en las cámaras de plomo? o ¿cuantos de ellos son desechados de manera inadecuada en los basureros de la ciudad donde son incinerados o arrojados a los cuerpos de agua, liberando toda su carga radioactiva al ambiente donde vivimos?


Al menos que sean fabricados en China donde las regulaciones son menos estrictas, fabricantes muy reconocidos de detectores de humo como Cerberus, Simplex, Hochiki, System Sensor, BRK ,ESL y Aritech han comenzado la reducción progresiva de la fabricación y ya varios de sus modelos de detectores de humo por ionización han sido descontinuados, dando así inicio al periodo impuesto para la recolección de estos dispositivos.


Pero la nocividad de los detectores Iónicos no es la única razón por la cual los fabricantes están disminuyendo la fabricación de los mismos. La efectividad de la detección de humo de los detectores Iónicos también se encuentra comprometida al ser comparada con la efectividad de la detección de detectores fotoeléctricos
Recientes estudios elaborados por fabricantes y laboratorios de pruebas como The Loss Prevention Council LPC en Inglaterra han demostrado que:

- Los detectores de humo Fotoeléctricos tienen un desempeño comparable al de los detectores de humo Iónicos en fuegos rápidos o flamígeros.
- Los detectores de humo Fotoeléctricos tienen un desempeño muy superior al de los detectores de humo Iónicos para los otros tipos de incendios (Fuegos lentos)
- Los detectores de humo Fotoeléctricos tienen menos falsas alarmas.


Estas pruebas fueron realizadas en una cámara o cuarto de prueba cerrado tomando como base la norma o estándar EN-54-7 para detectores de humo. Los resultados obtenidos pueden observarse en las siguientes gráficas:


- Fuego de Prueba 1, EN 54-7 ( Heptano). The Loss Prevention Council






Resultado: El detector Iónico respondió 15 segundos más rápido a la prueba, sin embargo la diferencia de tiempo se consideró poco significativa.


- Fuego de Prueba 2, EN 54-7 ( Haya). The Loss Prevention Council
Resultado: El detector Fotoeléctrico respondió 4 minutos y 6 segundos antes que el detector Iónico.
- Fuego de Prueba 3, EN 54-7 ( Mecha de Algodón). The Loss Prevention Council
Resultado: El detector fotoeléctrico respondió 1 minuto y 19 segundos antes que el detector Iónico.
Más de 10 pruebas realizadas por la National Fire Protection Association NFPA en los Estados Unidos en diferentes escenarios que sirvieron como réplica de ambientes de hoteles y oficinas y simulando “Incendio Premeditado” ( Líquido Inflamable), “Fuego de Cesto de Papeles”, “Fuego de Equipaje”, “Fuego de Carros de Limpieza”, “Fuegos en Pasillos” y “Fuego de una Plancha Caliente sobre una Prenda de Vestir”, arrojaron los siguientes resultados:


Fuegos Flamígeros:
- Los detectores de humo Iónicos respondieron primero a la mayoría de fuegos iniciados con llamas.
- Los detectores de humo Fotoeléctricos operaron en promedio 13.2 segundos más tarde que los detectores de humo Iónicos.


Fuegos Lentos (Incandescente)
- Los detectores Fotoeléctricos operaron 1 hora, 8 minutos y 29 segundos antes que el primer detector Iónico en fuegos iniciados de forma incandescente. Fuego en colchón o sofá.
- Los detectores Fotoeléctricos ubicados en pasillos respondieron 33 minutos y 22 segundos antes que el detector Iónico ubicado en la habitación.


Ambos tipos de detectores cumplen los mismos estándares de pruebas establecidos por Underwriters Laboratories (UL). Sin embargo, pruebas adicionales verifican que el Detector Fotoeléctrico es mejor en la detección de toda clase de fuegos. Muchos estudios muestran que un incendio con partículas pequeñas de humo (menores a 3 micrones) causará una respuesta más rápida de los detectores iónicos en comparación con los detectores fotoeléctricos. Sin embargo, el tiempo de retardo entre estas dos alarmas es mínimo o no significativo.


En comparación, un fuego con grandes partículas de humo ( mayores de 3 micrones) causará una respuesta más rápida de los detectores fotoeléctricos en comparación con los detectores iónicos con un tiempo de retardo significativamente mayor.


Para resumir, el detector fotoeléctrico responde a ambos tipos de fuegos en un corto tiempo, mientras que el detector iónico responde a fuegos de pequeñas partículas (fuegos rápidos o de llamas) en corto tiempo pero a fuegos de grandes partículas en un tiempo comparativamente mayor.
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Estas pruebas no direccionan el problema del llamado “Humo Frío”. El humo frío se produce cuando un incendio se inicia en una habitación donde no hay detectores de humo instalados. El humo pasa a una habitación continua donde si existen detectores de humo, pero el humo se habrá enfriado antes de alcanzar esos detectores. Cuando las partículas de humo se condensan en partículas de mayor tamaño solo los detectores fotoeléctricos son capaces de detectar estas partículas y brindan una gran ventaja en esas situaciones.


Otras pruebas realizadas por el Dr. Don Russell, Associate Vice-Chancellor, Ingeniería de la Universidad A & M en Texas, muestran que los tres mejores detectores iónicos en el mercado actual se encuentran fuera de los estándares de salvaguarda. Los estándares de salvaguarda de los Estados Unidos establecen que un detector de humo deberá responder en alarma cuando la cantidad de humo en una habitación (llamado nivel de obscurecimiento) alcance el 5%. Las pruebas ejecutadas por el Dr. Russell provocando fuegos con cigarrillos demuestran que esos detectores iónicos caen fuera del estándar y responden a la alarma cuando el nivel de obscurecimiento alcanza el 13%.


La alternativa para eliminar el peligro potencial a la salud mientras que al mismo tiempo se provee de una detección de incendios confiable, es el uso de detectores de humo Fotoeléctricos (no radioactivos) los cuales usan un rayo de luz para detectar las partículas de humo. Estos detectores han demostrado ser el mejor aliado en la detección de fuegos lentos, el más común y mortal de todos los fuegos.